1 de Septiembre
Las razones: es una ciudad espectacular... pero nos quedamos más que nada por el grupo de amigos que teníamos.
Para empezar nos alojó en su casa El Polaco, Karol Dolega, un amigo del colegio que no veía hace años pero que nos recibió como a reyes. Después de los calores del llano, llegar a una casa con una buena ducha, heladera completa, comida familiar y hasta Cachafaces!!! era un lujo.
Nuestro grupo de Los Llanos nos había dejado en Barinas, de donde tomamos un Colectivo a San Cristóbal, a 5 horas de distancia. Pagamos un Impuesto por salir de Venezuela (!?) y cruzamos a Cúcuta para agarrar otro colectivo a Bogotá, unas 16 horas de viaje más.
Dos curiosidades de este tramo: camino a San Cristóbal se corta la ruta por un pequeño accidente, y en vez de esperar a que se habilitara el camino la gente se mandó contramano ocupando los 2 carriles, el de ida y el de vuelta, de la calle sin baquinas, sin dejar ningún lugar para ambulancias ni policías y menos para descomprimir el tránsito. No se imaginan las horas que tardaron en desenredar eso…
Dos curiosidades de este tramo: camino a San Cristóbal se corta la ruta por un pequeño accidente, y en vez de esperar a que se habilitara el camino la gente se mandó contramano ocupando los 2 carriles, el de ida y el de vuelta, de la calle sin baquinas, sin dejar ningún lugar para ambulancias ni policías y menos para descomprimir el tránsito. No se imaginan las horas que tardaron en desenredar eso…
La otra: Con todo el cuidado que tuvimos en Venezuela para que no nos robaran, ni bien pasamos a Colombia, que considerábamos mucho más segura, desaparecieron el Ipod y la máquina de fotos de Cata y un par de anteojos mios… Fue en el colectivo mientras dormíamos, relajados por estar en un país más seguro!
Los amigos de Karol: Mónica, Beto, Michelle, Damián y Paty, excelentes, nos llevaron conocer, entre otras cosas, la noche bogotana.
Los boliches cierran, por ley, a las 3 de la mañana. Para mi un placer… para Cata, una injusticia absurda, que por suerte pudo solucionar cuando descubrió el “Piso 30”: Un antro, que de alguna manera se arregla para mantener las puertas abiertas toda la noche, sin que la policía meta las narices. Como si fuera poco se hizo amiga del dueño del lugar, y nos hacía entrar gratis.
Cata todavía no maneja muy bien valor de la plata colombiana y tampoco pretende escatimar unos pesos cuando de bailar se trata; pero las entradas a los boliches eran carísimas!
Los boliches cierran, por ley, a las 3 de la mañana. Para mi un placer… para Cata, una injusticia absurda, que por suerte pudo solucionar cuando descubrió el “Piso 30”: Un antro, que de alguna manera se arregla para mantener las puertas abiertas toda la noche, sin que la policía meta las narices. Como si fuera poco se hizo amiga del dueño del lugar, y nos hacía entrar gratis.
Cata todavía no maneja muy bien valor de la plata colombiana y tampoco pretende escatimar unos pesos cuando de bailar se trata; pero las entradas a los boliches eran carísimas!
Otro amigo de lujo en Bogotá fue Iñaki, uno de los vascos que conocimos en el viaje a Los Llanos, y que vive en Bogotá hace 20 años. Es historiador, y conoce el centro histórico, los museos y el arte colonial como un maestro. Nos acompañó y mostró “La Candelaria”, la parte más vieja de la ciudad, el museo Colonial, el museo Banco Nación, el museo Botero, las iglesias de San Agustín, San Francisco y Santa Clara, La Catedral y El Sagrario con las imponentes y ¿heréticas? obras de Gregorio Vázquez de Arce. Además de acompañarnos, nos explicó un poco de la historia de la ciudad, y no enseñó a mirar las obras de arte. Fue invalorable recorrer todo esto de la mano de alguien que sabe… Gracias Iñaki!!
También con él Recorrimos “El Chorro de Quevedo”, un barrio Hippie cercano al centro histórico, lleno de bares muy divertidos. Algunos con peluquería incluida, otros con bandas en vivo, cada cual muy particular… y Usaquén, un pequeño pueblo coloñal que quedó encerrado en la gran ciudad.
Otra cosa que nos detuvo en Bogotá fue la compra de las bicicletas. En el aeropuerto de San Pablo, en un trasbordo, conocimos a Gerard, un Catalán que venía de recorrer Ecuador, Perú y Bolivia en bici. Nos gustaron tanto los cuentos, que decidimos conocerr Colombia y Ecuador de esa manera. El tema es que de bicis sabíamos poco y nada…
Gracias Tomás (Beltrán) por tus concejos sobre Qué bicis comprar, por meterte en Mercado Libre, por mirar las fotos que te pasábamos… Un Grande!! Y Gracias a la gente de Ciclo Cross por ayudarnos a armar el recorrido alrededor de Colombia!
Para no llevar tanto peso en las bicicletas dejamos la mitad de las valijas en Bogotá. Cambiamos libros por herramientas, y hasta tuvimos que recortar la Lonely Planet dejando solo las partes de Colombia y Ecuador. El resto va por encomienda a Guayaquil.
Para no llevar tanto peso en las bicicletas dejamos la mitad de las valijas en Bogotá. Cambiamos libros por herramientas, y hasta tuvimos que recortar la Lonely Planet dejando solo las partes de Colombia y Ecuador. El resto va por encomienda a Guayaquil.
Finalmente postergamos el viaje un día más por el cumpleaños de Flor Blutgen, una prima mía que no veía hace rato.
Fue en Andrés Carne de Res Chia. Sin duda el mejor lugar al que haya ido en mi vida.
La entrada… una serie de molinos de viento tipo Holandeses, llenos de luces, debe ser un poco como algún lugar de Las Vegas.
En la puerta te dan un Tequila servido en una cascara de limón, y ya empezas a aclimatarte.
Adentro… la ropa de los mozos, las mozas, todas lindas, actores bailando en los rincones, que son miles porque el lugar es como un laberinto de mesas pasillos y adornos, miles y miles de detalles. Las mesas cubiertas de chapitas, las paredes con cuadros de Clark Gable hasta Mahatma Gandhi, estatuas, Vírgenes, Santos, dibujos… El lugar entero es una obra de arte. De las mejores cosas de Bogotá. Gracias Flor!
Fue en Andrés Carne de Res Chia. Sin duda el mejor lugar al que haya ido en mi vida.
La entrada… una serie de molinos de viento tipo Holandeses, llenos de luces, debe ser un poco como algún lugar de Las Vegas.
En la puerta te dan un Tequila servido en una cascara de limón, y ya empezas a aclimatarte.
Adentro… la ropa de los mozos, las mozas, todas lindas, actores bailando en los rincones, que son miles porque el lugar es como un laberinto de mesas pasillos y adornos, miles y miles de detalles. Las mesas cubiertas de chapitas, las paredes con cuadros de Clark Gable hasta Mahatma Gandhi, estatuas, Vírgenes, Santos, dibujos… El lugar entero es una obra de arte. De las mejores cosas de Bogotá. Gracias Flor!