27 de Agosto
Desde Mérida salimos para los “Llanos Venezolanos” con un grupo muy divertido compuesto por un holandés, una finlandesa, un alemán, 5 vascos (geniales) y nosotros 2. Además de Junior, un biólogo que era nuestro guía, y Giovanni, el chofer más inconsciente y divertido que haya visto…




Entramos a los llanos por Barinas, la ciudad natal de Hugo Chávez, que por lo visto es un verdadero “llanero”.
Para llegar al campamento tuvimos que subir a una lancha, ya que los caminos estaban cortados por el agua: De noche, entre nubes de mosquitos, navegando aguas infestadas de caimanes y pirañas, esquivando los árboles por senderos que se habían formado durante la época de sequía nos volvió el ánimo que habíamos perdido después de 12 horas de viaje en una Land Rover con largos bancos como asiento.
El cielo más estrellado que haya visto…
Dormimos en hamacas paraguayas dentro de una cabaña grupal, y la mañana siguiente tuvimos la primer sorpresa del viaje. Frente a la puerta de otra cabaña, enrolladla, una Anaconda de 4 m!!
Las Caminatas y cabalgatas deben ser mucho mejores en los meses secos. Ahí se puede llegar hasta las aguadas, que son los pozones más hondos del río, que no se secan nunca. Ahí se juntan miles de animales y pájaros. Desde anacondas y caimanes, hasta osos hormigueos y jaguares.
Para nosotros las caminatas estaban restringidas a las pequeñas islas libres de agua o a los caminos, pero vimos de todo...








Hicimos una vuelta en lancha que fue inolvidable. Lampalaguas, iguanas, carpinchos, caimanes y, lo más increíble, delfines de río, que casi festejaban nuestra llegada. Si ben no saltan como los delfines de mar, asomaban del agua y daban vueltas alrededor del bote (no tan cerca) cuando los guías los llamaban.
Hicimos una vuelta en lancha que fue inolvidable. Lampalaguas, iguanas, carpinchos, caimanes y, lo más increíble, delfines de río, que casi festejaban nuestra llegada. Si ben no saltan como los delfines de mar, asomaban del agua y daban vueltas alrededor del bote (no tan cerca) cuando los guías los llamaban.
La llegada del oso no había sido tan casual como pensamos al principio. Había sido criado en el campamento después de que un auto atropellara a la madre, y aunque hace tiempo que vive en estado salvaje, de vez en cuando se acerca a las casas.
Con mucha más fauna que los llanos colombianos, ya depredados, los llanos venezolanos son un paraíso para los amantes de la naturaleza.
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