A la vuelta del Tayrona dejamos a Job en la terminal y nos fuimos a La Ciénaga para salir por un rato del circuito turístico.
La ciénaga es una albúfera; es decir una laguna de agua salada separada del mar por cordones de arena interrumpidos. Está comunicada con el mar, pero a la vez recibe agua dulce, sobre todo cuando el valle del río Magdalena se inunda, y debido a las altas temperaturas de sus aguas hay una gran abundancia de flora y fauna marina. Por eso hay pueblos de pescadores en toda la orilla.
Llegamos pasadas las 10 de la mañana, y todas las lanchas habían salido a pescar, por lo que no pudimos ir hasta Nueva Venecia, donde todas las casas están construidas sobre pilotes en el agua, pero al menos nos tomamos un bote y recorrimos las orillas, el mercado y los criaderos de peces.
Definitivamente valió la pena el desvío.
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